253 días de viaje. Y van...
Llega un tiempo en que es preciso abandonar las ropas usadas, que ya
tienen la forma de nuestro cuerpo, y olvidar nuestros caminos, que nos
llevan siempre a los mismos lugares. Es el tiempo de la travesía: y, si
no osamos hacerla, nos habremos quedado, para siempre, al margen de
nosotros mismos.
Fernando Pessoa
Hace ocho meses, nueve días y casi doce horas que tomamos la decisión más importante de nuestras vidas: salir a viajar por Latinoamérica. Bah, hace ese tiempo que empezamos a cumplirla, porque la decisión la habíamos tomado hace tiempo ya. Fueron muchos días y muchas noches de hablar, pensar, imaginar, planear, plantear y replantearnos lo que íbamos a hacer. Fue dejar nuestra casa, nuestros trabajos, toda nuestra comodidad por ir a cumplir un sueño. Fue correr los miedos, las angustias, las dudas y darle lugar a las ganas, a los deseos, a lo que vendrá... ¡y lo hicimos!. Y no podríamos estar más felices con la decisión de haber dado el salto.
Mochilas antes de partir
Desde el día uno el mundo nos recibió con las puertas abiertas: Daniel y Romi, una pareja que nos levantó haciendo dedo, nos invitó a dormir en su casa y nos hicieron asado. ¡Qué manera de empezar! Después de eso fueron muchas las personas que nos han ayudado, abierto la puerta de sus casas, sus corazones, que nos han ofrecido un plato de comida incluso cuando no tenían para comer, que nos han hecho sentir que este mundo es una maravilla, que son muchos más los buenos que los malos, que si uno va con ganas y buena predisposición, lo reciben de la misma manera.
Nuestro primer dedo en el viaje
Con Romi y Dani, en su casa
Llevamos 253 días viajando, hemos dormido sobre el piso y en colchones comodísimos, hemos viajado en autos, camionetas, camiones, colectivos, mototaxis. Hemos comido fideos con manteca y hemos comido asados repletos de carne, ensaladas y bebida. Probamos cosas ricas y no tanto en cada lugar donde estuvimos. Hemos tenido frío algunas noches, pero siempre pudimos abrazarnos. Nos hemos sentido a la deriva, pero siempre alguien nos ayudó a encontrar el camino. Hicimos amigos, hicimos familias, recorrimos tres países y nos queda mucho más que lo que andado. Actuamos en plazas, en parques, en teatros, en casas, en centros culturales, en escuelas llenas de niños y en escuelas rurales, en comunidades, en todos los espacios que pudimos. Regalamos sonrisas a lo largo y a lo ancho de nuestro camino. Dimos talleres, trabajamos en semáfonos, aprendimos y vendimos artesanías. Conocimos muchísimos lugares y nos quedamos con ganas de más. Subimos montañas, caminamos por caminos en que no había nada, estuvimos en ciudades superpobladas, miramos lagos, nos mojamos los pies en el mar. Fuimos felices con las pequeñas cosas. Somos felices con las pequeñas cosas.
Conocimos el maravilloso Salar de Uyuni
Subimos una montaña con amigos en Copacabana
Carnavaleamos en Purmamarca
Cruzamos fronteras
Nos amamos frente a paredes de adobe
Despedida de la casa de Edwin y Sandrine
Paseamos en teleférico en La Paz
Sonreimos mucho
En Sucre nos invitaron a la tele
Actuamos en la plaza de Cafayate
Conocimos otros viajeros
Actuamos en la comunidad Diaguita Calchaquí
Acampamos en la Isla del Sol
Con amigos de couchsurfing
En estos meses vivimos un montón de hermosas aventuras, pero sobretodo, nos animamos a soñar. Rompimos las barreras y nos animamos a hacer lo que queríamos, ir detrás de nuestro sueño, y en eso estamos...¡felices! A seguir soñando, a seguir viajando, que esto recién está empezando....
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